martes, 3 de abril de 2012

Lluvia


La lluvía resulta muy tuya,
igualmente oigo su bramura,
cae sobre mi con ternura.

Siento que me cala,
y acaba abrazada,
para así, poderme,
para así, tenerme.

La escucho susurrante,
la noto emigrante,
por mi cabeza,
por su destreza,
por la extrema belleza.

La admiro toda una tarde,
desde un rincón que arde,
desde un rincón que late,
porque es capáz de darme mate.

Comprendes ahora lo tuya que es la lluvia,
y por lo que la niebla es tan mía.

La niebla es muy mía,
sólo necesita una cima,
se haya en la lluvia agradecida.

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