Tengo la cabeza amueblada,
una mente enlatada,
y una sonora balada.
Mis muebles son por encargo,
de un pensamiento largo.
Tengo un armario empotrado,
y un profundo hermoso lago.
Tengo una cama de uno y otro lado,
donde raramente me veo acompañado.
Tengo una gran lámpara con gamas de luces,
de color, dolor, amor que quiera que tú emules.
La cocina está siempre en uso, incluso
cuando solo busco un surco al que aludo.
La sala de estar sólo encierra dos sillones,
donde plantearme que hacer con esos montones.
El cuarto de baño es despreciable,
casualmente refresco mi mente sociable.
El jardín es verde entre otros colores,
de abundancia y aprecio menores.
Es una pena que solo yo disfrute de mis huesos,
pero el otro lado de la cama está vacío de tus besos
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